En la provincia de Curicó, en la comuna de Molina, está el Parque Nacional Radal Siete Tazas. Parque, que no podría recomendar visitar, en otra época que no fuera en Temporada Baja y ojalá días después de nevar.
Maneje este año, por la carretera fuera de Molina, como tres veces antes de saber que debía ir, por lo cerca que estaba y porque era el colmo no conocerlo. Fuimos en la Koranda (foto1) con Hector y Panchi. Todo iba bien, todo normal, todo sin mayor novedad, hasta que la Panchi dice: “¡Hay nieve, en el camino hay nieve!”. Y si, la travesía comenzó un viernes y sucedió que el domingo recién pasado nevó, hasta que el cielo se cansó ¡Por donde miraras había nieve! hermosa, blanca y delicada nieve. Con un constante dolor de estómago -por los nervios de subir con nieve- y en un auto que se cree 4×4 pero solo le alcanzó para ser 4×2, llegamos a la Casa de la Sra. Margarita, a un kilómetro del ingreso al Parque, a 1.000 m.s.n.m.
Fuimos equipados para acampar (los muy desinformados), teníamos comida de sobra y buen equipo para sobrevivir todo el fin de semana, pero ¡nieve! eso, lo cambio todo. Llegamos donde la tierna Sra. Margarita (quién no baja a la ciudad hace tres años porque en su casa tiene de todo) y le confesamos la verdad, una vez que nos arrendo una cabañita al costado de la montaña: “No se preocupe tía Margarita, venimos a hacer un asado y nos vamos” (foto2).
Al día siguiente, partimos a recorrer y explorar por más de tres horas, lo que normalmente se hace en 2o minutos. Es que cuando llegamos al Parque, nos encontramos con Benito (guardaparque adorable) quien además de dejarnos pasar gratis (cosas que pasan cuando vas en temporada baja a todo y te crees la dueña de los Parques Nacionales), nos indicó que debíamos hacernos camino entre la nieve, ramas gigantes, árboles con sus ramitas quebradas, charcos de agua, barro, etc. También nos dijo que las escaleras estaban resbaladizas y peligrosas, que no bajáramos al mirador, pero esa parte no la escuchamos y la omitimos desde el primer minuto. Bajamos a recorrerlo todo igual (foto 3 y 4).
Nota: Mamá recorrimos todo con mucho cuidado, no pongas esa cara.
A pesar de que conocimos sólo las Siete Tazas (se llama así por el desgaste ininterrumpido provocado por la acción del agua que en complicidad con el tiempo generó la forma de “tazas”) y algunos de sus miradores, el Salto de la Leona (foto5) que tiene 25 metros de altura y el Velo de la Novia (foto7) de 40 metros app. y que es el primer salto importante que se ve desde el trayecto Radal a Parque Inglés, a un costado del camino. Siento que fue suficiente, todo lo mágico del paisaje se lo llevó la nieve y el Río Claro. El curso del agua es uno de los atractivos escénicos centrales, en cortas distancias me quede sin palabras por el paisaje.