Por supuesto, nada de esta historia conocía! Yo solo llegué al Carmelo de Cañete (pueblito al sur de la capital) para dejar los Libros de Mariam y me dijeron que si iba a Lima tenía que si o si pasar por la Iglesia del Señor de los Milagros y me contaron solo un pedacito de la historia (todo el resto lo aprendí semanas después gracias a la experta guía que me la explico en el Museo del Señor de los Milagros). En todo caso, he escuchado eso desde que comencé el viaje: “tienes que ir a ver a tal santita”, ir a tal iglesia, pasar a ver al x santo. No retengo ni la mitad de los nombres porque si no lo escribo, se me olvida. Entonces tantas tantas tantas ganas de ir a aquella iglesia, no me dieron, confieso.

¡Pero! Sucedió que en Cañete, conocí a las lindas carmelitas que ahí viven y me pidieron si podían ir conmigo hasta Lima porque ellas tenían doctor en la semana pero no transporte (yo por mi itinerario ya debía ir a Lima este Lunes 1ro. De Abril, 2019), así que pensé en lo bonito que sería tener de copilo y compañía a dos simpáticas monjitas! quienes en menos de cinco minutos, después de subirse a la Koranda, comenzaron a dormir. Y mis ganas eternas de hacer miles de preguntas se reservaron para el final del viaje. Una hora y media después: ¡Llegamos a Lima! Yo, de manera triunfante, sentía que estaba entrando en New York, manejando para transportar a dos estrellas de cine de lo más famosas. Qué me podía pasar si tenía tan santificada compañía? Cuando todo el resto del viaje, hasta aquel entonces, me cuestione mi ingreso a Lima, por lo caótico que significa ingresar al colapso de la capital de las nulas leyes de tránsito.

Las canciones de reggaetón de la Koranda, se anularon en este viaje.

Ingrese a Lima como si fuese mi recorrido diario y las carmelitas se ubicaban tan bien que ni Google Maps vi, yo solo seguía indicaciones. La cosa es que llegamos tipo 17:00 hrs. ni más ni menos, que al Carmelo de las Nazarenas. Carmelitas encargadas de custodiar al Señor de los Milagros, así que intente recordar en  cinco minutos, toda la historia que poco retuve antes, como para que la priora no sintiera que yo no sabía nada de ellas. Al llegar tuve una reunión con ella (la máxima-máxima autoridad del Carmelo y yo por supuesto, toda indecente), le pedimos permiso (yo con mis dos nuevas amigas, quienes ya no tenían nada de sueño) para que me pudiera quedar y de inmediato le conté mi discurso misionero y mis ganas de ayudar en lo que necesitaran. Recordemos ¡son monjas de claustro! siempre es lindo ayudarlas. ¡Y chanfles! Me cuenta que tienen un comedor, en donde reciben a 600 personas diarias, 150 de ellos app. son niños, personas que viven en situación de calle, la mayoría abuelitos y les dan desayuno y almuerzo… Hasta ahí no más la escuche, es todo lo que retuve porque después de eso solo me dedique a pensar, en qué ahí y solo ahí es en donde quería estar. Luego veía que ella seguía hablando, definitivamente seguía hablando, pero no me podía concentrar en nada más que no fuera: “600 personas” y en la palabra: Comedor.

Me quedé tres semanas en Lima, con las Nazarenas, ayudando. Ya soy 80% misionera-voluntaria y 20% turista. Espero al final del viaje el último % siga disminuyendo. Me hice una rutina diaria (totalmente autoimpuesta) en donde desde las 8:00 a las 14:00hrs. app. me quedaba en el comedor y luego por las tardes, todo se trataba de pasear, dormir, caminar, ir a buscar internet gratis, seguir comiendo, seguir caminando, trabajar en los nuevos proyectos y ser una turista con pocos recursos.

Y si, solo cuatro GRANDIOSAS MUJERES, atienden a todas estas personas. Tuve un curso intensivo de cocina y recibí el triple de lo que di, porque ni aun explicándolo con las mejores palabras, podría resumir el gran trabajo que hacen solo cuatro personas desde la madrugada, pues de seguro ni ellas mismas dimensionan su labor, porque en cada plato de comida, en cada tazón con sopa o cada taza de leche también se va una historia y una parte de ellas. Gracias Sonia, Milagros, Maura y Guadalupe, agradezco a Dios haberlas conocido. Gracias Karina, Don Lucio, Milton, Sra. Inés, China, Don Bernabé, Madre y Priora. Lima es para mí hermosa, porque existen personas hermosas como ustedes.