Udaipur fue un lugar muy mágico, de los pocos rincones que me gustaron de India, con estrechas calles en pequeños cerros, con pintorescos negocios como los del mercado Bapu en donde la artesanía local es en base a cuero, telas, cerámicas y plata.

Aquí conocimos el City Palace y disfrutamos de una rica once en el café Grasswood, muy necesaria después de la primera semana batallando con lo picante de la comida tradicional, la poca higiene y nulas leyes de manipulación de alimentos que rigen en India.

Tuvimos nuestro primer encuentro con el Ganjes, el segundo río más contaminado del mundo, y vimos el atardecer en el Palacio. Fuimos afortunadas de quedarnos en una casa, con una anfitriona ejemplar que nos enseño a cocinar.