>  India   >  Agra – India ②②

En una de las tantas juntas que hicimos con las niñas previo al viaje, quisimos darle un giro a India. Optamos por la comodidad y seguridad que nos ofrecía Bhagwan Soni, a un muy bajo precio (económico porque éramos tres). Sin duda fue la mejor idea que pudimos tener, no solo porque sin él no hubiésemos podido hacer tantas paradas significativas, sino que gracias a Soni conocimos la India real, sin… Pasarlo mal (if you know what i mean)

 

Que si lo recomiendo?. No podría volver a India sin pensar en contar con Soni como amigo-chofer. Puedes conocer su sitio web aquí.

 

Y con él, comenzamos por conocer Agra, que más allá del Taj Majal no hay mucho más que ver.

 

Al cabo de dos o tres días, ya teniendo suficiente confianza o abusando de ella, maneje un par de kilómetros su auto, confundiendo en dos oportunidades la señalización de luces por el sapito de agua. Fue un momento épico, manejar en el lado opuesto de mi realidad.

 

Todo lo que visitamos en este viaje es parte de la recolección de información común de páginas web o blogs de viajeros, conversaciones en grupos de Facebook o la recomendación siempre buena de Tripadvisor o las lonelys. Pero hay algo, una experiencia, un instante, que no está reflejado en ningún lado.

 

El camino desde Agra a Jaipur fue para mí el trayecto más importante de todo India (esta afirmación solo la pude concretar al finalizar el viaje) porque nos salimos del protocolo de lo turístico y Soni se detuvo en una aldea que tenía muchos niños porque vio mi necesidad y la necesidad de Pía de fotografiarlos. Sin planificarlo, sin preguntar, solo subió a una cuneta su auto y comenzó mi mejor recuerdo.

 

Hacer un voluntariado por dos meses fue la idea que me motivo a viajar a India. Luego convencí a Pia, quien no dudó en decir que si, a viajar juntas luego del voluntariado y luego se sumó Bea. En Diciembre por motivos que no vale la pena profundizar, me informaron que el voluntariado no se podía realizar. Quise mencionar esto, porque en esa hora que Soni detuvo su auto, estuve jugando con los niños, compartiendo en comunidad, viendo su realidad, conociendo como sin tener nada material nunca me dejaron de sonreír, conocí gente que vive sin absolutamente nada y son felices porque se tienen entre ellos. Tome cada una de sus pequeñas manos y supe que esa hora para mí fue el mejor voluntariado que jamás nunca realice.

 

Cuando volvimos al auto le dije a Soni: “Gracias, estoy realmente feliz”.

 

Las últimas tres fotografías son regalo de Pía.