Mi amor por Tailandia nace del fruto del relativo rechazo, que obtuve, en un mes en India. Y me encanta aclarar esto, porque la opinión de una persona siempre nacerá de la experiencia vivida y mi experiencia en el país anterior no fue del todo tranquila.
Con un estómago vacío y sin ganas de comer, llegue al paraíso de la comida. Cada carrito es más rico y barato que el anterior (cuando aprendes a regatear) los nuevos sabores me encantaron y al fin dejamos de lado lo picante. Tanto fue lo que mi paladar se enamoró que hice un post solo para hablar de: Ñam Ñam – Tailandia.
En mi humilde opinión los imperdibles son: Comer un cupcakes en la casa de Hello Kitty (toda persona que se resiste a madurar debe visitarla), comer pad thai con camarones y pollo o huevo en Kao San Road (tercera foto) y aprovechar de disfrutarlo con unas cervezas Chang (etiqueta verde con elefantitos), comer hasta decir basta: Sandia, piña, mango y lichi, ir a Wat Pho y hostigarse de tanto Buda, ir a un Seven Eleven a comprar lo que sea, tener las patitas rodeadas de peces que se comen lo malo de tus pies como las niñas en la 4ta. foto (yo no lo hice), salir a correr por el Parque Lumpini y shopinear un poquito en el Central World y Siam Paragon,
Me sorprendió que aquí los tuk tuk son más caros que los taxis, será que aquí aprendieron a sacarle provecho a la necesidad de movilizarse de los turistas? y me sorprendió que vendieran escorpiones en la calle como en Chile venden maní, es que no los probaría ni para la foto. Reitero que venía de India, por eso me sorprendí de cosas pequeñas, como que en Tai no hay contaminación acústica, hay ratones en vez de moscas, hablan más inglés y son más amables.