Salimos de Santiago a las 22:00 hrs. del domingo y luego de pasar el chiste del paso Libertadores, llegamos a las 7 de la mañana para ver un lento amanecer y una Mendoza que recién despertaba.
Tomamos desayuno y comenzamos a caminar. Nos quedamos en un palacio mágico de Rivadavia a un costado del casino: Hotel Huentala, un pintoresco rincón lleno de detallitos, de esos que solo a mí me importan en los viajes.
Visitamos la Viña Los Lopez, la cuarta generación ofrece un tour gratuito con degustación incluida.
Cuando te bajas en la última estación del Metro tranvía, Estación Gutiérrez (20 minutos de la Av. Sarmiento), en pleno barrio Maipú te enfrentas con la otra cara, igualmente bonita: Las Viñas. La degustación nos llevó a comprar Dulce Natural Lopez y a sentir que ya teníamos un recuerdo para llevar a la casa.
Por la tarde, vivimos la Gaucho Experience. Dos francesas que vivían en Chile hace 17 años, una francesa de visita, Mary de Texas, una belga que chocheaba con la anfitriona que también lo era, y el argentino-gaucho guía: Exequiel; formaron este excelente recuerdo. Después de dos horas de cabalgata, entendí, que quizás mi idea de querer algún día cruzar la cordillera de Los Andes a caballo, no era tan buena idea.
Luego de no sentir las piernas y de una manera muy particular, me baje de Miguel quien, sin mi consentimiento, decidía cuando era tiempo para comer y cuando era tiempo de galopear. Fuimos un gran equipo, pero por más horas nuestra relación hubiese comenzado a tener conflictos.
Gracias a los amigos de FAADA, con el tiempo, aprendí la importancia del Turismo Responsable con los animales. No recomiendo cabalgar a estos hermosos caballos, ni en general utilizar a los animales en cautividad. No se imaginan el daño que hacemos o cuanto nos hemos equivocado como raza al intentar explotarlos.