Cuando llegamos con Matías, teníamos tantas ganas de recorrerlo todo, y a la vez, tanto cansancio por las horas en bus que luego de caminar nos sentamos en una plaza (4ta. foto) y nos quedamos dormidos sin darnos cuenta de la hora. Ya era noche y no sabíamos ni donde dormiríamos.
Lo primero que encontramos disponible, fue donde nos quedamos, frente a la plaza principal alojamos en un albergue con habitaciones compartidas. En Mendoza siempre hay algo que hacer, sobre todo en las noches, es como Viña pero con el toque “che” que solo los argentinos saben agregar. Soy una convencida de que si apreciáramos tanto el turismo como ellos, sabríamos que una excelente atención es la clave del servicio al cliente.
Entre otras cosas, visitamos el Zoo (1ra. y 2da foto) además del mercado central (5ta. foto).
En este viaje tuve de compañía no solo a Matías, sino a quien se transformaría en mi más grande amiga de ruta. Durante el año y luego de muchos ahorros me regale una “Nikoncita” (Nikon D3.100) y esta fue nuestra primera estadía juntas.
Gracias a los amigos de FAADA, con el tiempo, aprendí la importancia del Turismo Responsable con los animales. No recomiendo ir a al Zoológico, ni a ningún Parque que mantenga animales en cautividad, ni que promocionen las interacciones con animales salvajes, como por ejemplo nadar con delfines o darles de comer. No se imaginan el daño que hacemos o cuanto nos hemos equivocado como raza al intentar explotarlos.