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“Pura Vida” no es un destino, es Costa Rica!

 

Todos dicen “Pura Vida” a cada rato, incluso los policías que me detuvieron por control, de esa manera se despidieron. Los ticos me encantaron, son amables, sonrientes y aunque es un país un poco más caro de lo que estábamos acostumbradas en el trayecto, sigue siendo más barato en relación a mi país, Chile, pero aquí pagas calidad.

 

Contadas con los dedos de una mano, fueron las veces que deje que Flor manejara la Koranda, aun sabiendo que es buena conductora. Una de esas veces fue después de pasar Aduana por el Cruce Rio Sereno desde Panamá a CR, ese día sin saberlo manejo por el Cerro de la Muerte (el nombre está muy bien puesto), un lugar que alcanza los 3.400msndm y el punto más alto de toda la Panamericana, un tramo solitario, frío, peligroso, con muchos kilómetros en subida, con cero visibilidad por la neblina y sin marcación de suelo para saber donde terminaba la carretera y comenzaba el precipicio. Fue un excelente momento para ponerme a rezar y a dormir (soy lejos la peor copiloto) y aunque fue horrible, a eso también sobrevivimos.

 

Para que yo soltara el manubrio debió ocurrir algo considerable, y es que cuando ya viajas con alguien comienzas a tener una relación importante con tu compañera y con Flor nos complementamos muy bien, tanto que si le proponía cualquier cosa, sabía que aceptaría porque siempre íbamos a todas o si ella estaba de mal humor era exclusivamente porque tenía hambre, si comíamos todo volvía ser lindo de nuevo. Puntualmente ese día, estábamos mentalizadas a que era un día perdido, porque un día de cruce aduanero es un día perdido. Un día en donde tu paz interior debe hacer lo suyo, donde la tolerancia es tu mejor amiga y sabes que en algún momento deberás contar hasta 100, pero ese día conté hasta 1.000.

 

Todo comenzó con un error mío. Abrí Google Maps Offline y puse mi destino, acepte la primera ruta que me señalaba era la del menor tiempo posible. Aquí comenzó una de las lecciones del viaje: importa el estado de la carretera, importa la altura que te enfrentas, importan los trayectos que están cortados por reparación e importa la hora de tu búsqueda. Son tantos factores que puedes analizar, pero ese día solo puse aceptar y partimos. El segundo error fue no ver si el cruce era un lugar concurrido (el Paso oficial es Paso Canoas). Convengamos que es día claramente no era mi día.

 

Llegamos después de mucho rato, a un lugar que nos pareció era una comisaria, como teníamos dudas y google nos había dicho que estábamos cerca del cruce, retrocedí y pregunté si ahí marcaban el pasaporte.

 

– Si!, me dijo un poli, pero estamos en horario de almuerzo así que tiene que esperar que vuelva el encargado.

 

A 30 grados de calor, nos metimos al auto a esperar. Ya era medio día.

 

Luego de un rato nos fueron a buscar para decirnos que el encargado ya estaba de regreso, esperamos y nos marcaron para salir. Ahora debíamos ir a otra oficina para sacar el auto, yo tenía muchas fotocopias de todo pero Florencia no, asique hubo un tiempo de espera para conseguir copias de ella y listo. A pasos estaba la Aduana de Costa Rica, así que por un callejón de tierra, sin ningún tipo de señalización vimos un guardia y una secretaria sola en todo un edificio, a quien le pregunté si ahí marcaban el pasaporte para ingresar.

 

-Si, me dijo, Pero deben esperar porque estamos en horario de almuerzo. En media hora te atiendo.

 

Aunque no eran más de 20 pasos los que separaban las aduanas, tenían horas diferentes entonces justo llegamos en el peor horario porque cuando una terminaba la hora de colación, la otra la comenzaba.

 

Ya estábamos en Costa Rica, solo nos quedaba ingresar. Qué podía pasar?

 

Bueno, regreso esta señorita de su lunch y me pide pasaporte y toda la cosa. Me dice que es obligación un seguro para el auto asi que primero debo ir a comprar el seguro (que vendían a la vuelta) y que luego de eso me timbraría para entrar, me señala un supermercado de barrio que estaba a una cuadra, pero me recomienda esperar porque la niña que vende el seguro llega a las 15:00hrs. de su almuerzo. Esperamos, otra vez.

 

Voy al supermercado en donde debía haber una niña vendiendo seguros (ya eran las 15:00hrs), le pregunto a la cajera y me dice: “No, ella no trabaja los martes”.

 

Así que feliz me devolví donde mi amiga personal de la aduana y le cuento que la chica del seguro no trabaja los martes, según la cajera del super. Y me dice: Cómo que no trabaja?, entonces entendí que la comunicación no era la mejor. Ella llamó a su jefe por más de 15 minutos para saber qué hacer. Claramente no me podía dejar ingresar al país sin seguro, pero no vendían seguros ese día. Por supuesto, el jefe jamás le contestó.

 

Lo único que se me ocurrió fue decirle si vendían el seguro por internet, me dijo que no, que no trabajan online. Estuvimos más de media hora pensando en cómo resolver el asunto, a 30 grados de calor y con mucha hambre en mi estómago porque todos habían tenido su horario de colación, menos nosotras. Yo le decía que me dejara ir hasta un pueblo y me devolvía, pero si me paraba la policía y me veía sin el timbre de ingreso ni el seguro, corría en riesgo el trabajo de ella y yo de ser considerada ilegal. Tampoco nos podíamos devolver a Panamá para comprar ahí el seguro, porque ya nos habían timbrado la salida.

 

Finalmente sucedió que se contactó con los del seguro directo (quienes astutamente le dieron libre a la niña que los vendía los martes y miércoles sin informarle a nadie) e hizo la transferencia bancaria desde su cuenta personal para pagarlo y yo le pase dinero en efectivo en dólares. Porque no teníamos moneda local, ese fue otro cuento.

 

Ya eran como las 16:0o hrs. o más y aún faltaba la revisión del auto. Revisión que jamás existió, porque creo que yo fui la primera pasar por ese cruce en muchos días y la mujer de la aduana estaba agotada con la única atención que de seguro hizo en todo ese día. Este día perdido si que había sido un chiste.

 

Estuvimos en San José dos noches, luego manejamos hasta La Fortuna y finalmente a las deseadas playas del norte en compañía de Farkhod, un nuevo amigo de Tajikistan con quien compartimos contenedor en el cruce de Cartagena a Colón. Nuestros spots por varios días fueron: Playa Piratas y Playa Rajada (pinche rueda en el camino por primera vez), ambos lugares solitarios 100% recomendados para acampar, para respirar, para hacer una pausa, para comer bien y para decir: Pura Vida!

Pura vida es Costa Rica