Camine mucho intentando que ningún rincón se escapara, fue difícil con el calor de Agosto pero lo intente. Las ventanas, las luces, los puestos vintage de helados, las tiendas, el suelo, los ambulantes, los turistas, las motos, las esquinas, la luz de la tarde y los bonitos modelos. Cada esquina era más bonita que la anterior; y es que Europa tiene ese mundo sofisticado y delicado que tanto me gusta.
Me quede cerca de Termini y (concluí) fue un gran acierto.
Recorrí el Vaticano la mayor cantidad de días que pude, solo uno ingrese. Pude hacer mi peregrinación a la Puerta Santa (tercera foto) y entre pinturas con historia, la arquitectura de las iglesias y los vestigios de muchos años de antigüedad, hacen que de pronto te veas inserta en un mundo que imaginaste un poco más simple, un poco más ameno. Entendí, que la riqueza del Vaticano es parte de Roma y no hay nada que se pueda discutir, la realidad puede ser cruda cuando valoras más lo espiritual que lo material, más aun cuando vienes llegando de Asia.
La anécdota de Roma, fue en la celebración de mi Cumpleaños número 27. Lo que traía de la mano, comer en un bonito restaurant que tuviera historia. Nos costó encontrarlo y cuando lo hicimos tenía un cartel que decía que estaban de vacaciones, ese fue nuestro intento de conocer un restaurant con 600 años de funcionamiento. Muy cerca de el, estaba el que se enorgullece en promover que son los dueños de la receta de los “Fetuccini con salsa Alfredo”, entramos y pedimos el menú, lo sirvieron como quien te enseña el arte de la cocina en 3 minutos, haciendo una mezcla en vivo de quesos y pasta, todo un espectáculo! Para mi sorpresa, me entregaron cubiertos de oro para disfrutar los fetuccinis (quinta fotografía). Particulares cubiertos que regalo Mary Pickford y su esposo a Alfredo en consideración por la buena atención recibida en el año 1927 en su luna de miel. Ser parte de tan bonita historia, fue un momento especial, para celebrar mis veintisiete especiales.
Gran día, gran ciudad.
Las cinco fotografías donde aparezco son regalo de Pía.